En viste y considerando las críticas realizadas con razón por parte de nuestro habitual contribuyente, el Agente K, y habiendoles prometido en más de una oportunidad hacerlo, decido finalmente iniciar mi participación en este Blog oficialmente. Para ello, me pareció lo más adecuado comenzar con una presentación de mí mismo. No es una cuestión de egocentrismo ni de nada que se le asemeje sino, más bien, una manera de que me conozcan un poco más para poder de esta manera interpretar lo que vaya a escribir posiblemente el findesemana entrante. Recurro para lograr mi objetivo, a aquel trabajo que tuvimos que realizar acerca de "Borges y yo" (criticado negativamente por mis compañeros de banco más cercanos) y que por mi parte intitulé "Marco y yo".
Para hacerlo me basé, como se habrán dado cuenta, casi siempre en mí... Aunque deben tener en cuenta que lo realicé cuando me encontraba yo cursando el 3º año de nuestra gloriosa Escuela y algunas cosas pueden haber cambiado "sin previo aviso".
Para hacerlo me basé, como se habrán dado cuenta, casi siempre en mí... Aunque deben tener en cuenta que lo realicé cuando me encontraba yo cursando el 3º año de nuestra gloriosa Escuela y algunas cosas pueden haber cambiado "sin previo aviso".
Marco y yo
Al otro, a Marco, es a quien le ocurren las cosas. Yo simplemente pienso en soledad. Pienso en mi vida y en lo que sé de él a través del comentario de un profesor o de lo que dice uno de sus amigos o conocidos, aunque la descripción más considerable a veces llega de un simple rumor. Me gustan los objetos cargados de tecnología, el buen fútbol, las canciones románticas y la pasta del domingo. También me atrae, muy a pesar de todo, la civilización y cultura inglesas. Pero sobre todas las cosas me gusta saber, poseer todos los conocimientos posibles para lograr un razonamiento supremo. Al otro, le gustan las mismas cosas que a mí (él prefiere un juego rústico y sanguinario) con la diferencia de que yo utilizo todo eso para un regocijo interno, quizá compartido con uno o dos amigos míos, nada más, mientras que él, a pesar de que también utiliza todo para un disfrute personal, busca siempre destacar, ser el "distinto", incluso a veces (sin mi consentimiento) pecando de agrandado u ofendiendo a quienes, después de todo, siguen siendo sus pares.
Él me termina resultando imprescindible. Es una relación hasta simbiótica diría yo. Lo necesito como él me necesita. El titán, físicamente torpe por cierto, protege la mayoría de mis ideas, opiniones y reflexiones. Inteligentes, sí pero lo suficientemente intrépidas como para que yo, en contra de su voluntad de resaltar entre sus compañeros, no se las deje hacer públicas. Algunos lo llaman timidez, otros cobardía. Él también me necesita, por ejemplo, para escribir estas líneas ya que él como yo, es inteligente pero carece de la sensibilidad. Es cierto que él lleva adelante las relaciones públicas pero cuando es necesario el tacto, ahí es cuando yo voy en su auxilio. Sus respuestas correctas y concretas son la máscara de mis reflexiones más profundas, así es como me protege.
Debido a esta simbiosis convivimos perfectamente. Sin embargo he tratado de liberarme de él cambiando entre la paleontología, la informática y la política a ver si con él me deshacía también de mi cobardía, aunque lo único que logré fue un desorden vocacional en ambos.
Supongo que todo seguirá así hasta que un día la balanza se incline hacia mi lado y simplemente yo pueda dominarme a mí y al otro.
Sé perfectamente que esta contribución no va a hacer más que generar críticas pero en fin... Espero que este sea el comienzo de una prolífera producción de artículos.
Sepan disculpar los errores de edición de un novato. Hasta la próxima.
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