Gracias por todo y perdón por tan poco

Cuestionamos. Nos molestan cosas. Nos compadecemos. Mostramos. Preguntamos. Nos quejamos. Exponemos ocurrencias. Nos lamentamos. Defendemos a nuestro género. Les recordamos. Les contamos. Compartimos euforias, propias y ajenas. También compartimos tristezas. A veces tenemos demasiadas presiones. Pero muchas veces nos sale bien. Destacamos. ¿Existirán las leyes de Murphy? Sorteamos. Informamos, y en ocasiones también endiosamos. Nos morimos de sueño, pero tratamos de mantener los ojos bien abiertos. Dividimos. Rectificamos. Pero tratamos de no repetirnos.
Jugamos videojuegos. Nos ponemos contentos. Cuestionamos olímpicamente. Nos sorprendemos. Comparamos. Hacemos justicia. Nos queremos matar. Tenemos revelaciones. Se los decimos antes. Comprobamos que sí existen las leyes de Murphy. Avivamos giles. Los ubicamos. Cada tanto, estudiamos. Los remitimos. Nos admiramos. Celebramos. Bajamos el rating. Nos hacemos la raya al costado. Somos tajantes. Continuamos. Desmitificamos. Festejamos. Charlamos. Aplicamos, frotamos y enjuagamos. Entramos en una espiral.
Subimos, no entramos. Nos molestamos. Plagiamos. Decidimos anotar. No lo podemos creer. Destacamos. Abreviamos. Nos aburrimos. Vaticinamos. Somos bilingües. Traducimos. A veces, pasan cosas oscuras. Imaginamos. Nos reímos a costa de los demás. Diferenciamos. Nos asqueamos. Despenalizamos. Nos disculpamos, pero cambiamos. Eternizamos. Separamos. Nos jactamos. Balanceamos. Deschavamos. Nos horrorizamos.
Ficcionamos. Blasfemiamos. Tenemos códigos internos. Nos regocijamos. Nos ilusionamos. Aconsejamos. Deseamos buena suerte, y brindamos. Sumamos. Seguimos igualando. Nos aliviamos, nos quedamos tranquilos. Nos solidarizamos. Somos religiosos. Hacemos la previa. Guiamos. Ironizamos. Lo vemos con claridad. Hacemos ruido. Nos avergonzamos. Nos asfixiamos. Nos sonamos los mocos. Viajamos. Filosofamos.

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