El otro día llevé a mi perra al veterinario, y volví con la sensación de que vacunar a un animal es mucho más fácil que hacerlo con un humano. No se quejó ni antes, ni durante ni después, apenas hizo un mínimo espasmo en el momento del pinchazo y cuando llegamos a casa siguió jugando, feliz y despreocupada como siempre. Decididamente, prefiero vacunar a un perro.
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