El otro día, caminando por Callao y Cordoba con Kei, observamos que el profesor de literatura Acera (aquel que oculta su identidad) utiliza el 132 como transporte.
En el día de la fecha, sin querer (creo que el destino lo quiso) salí del colegio al mismo tiempo que el señor de canas que nos enseña literatura. Por suerte me avive a tiempo y cuando el profe divisó el semaforo que le permitiría cruzar Callao y M T de Alvear, realizó esa tarea sin mucha controversia. Obviamente yo decidí seguir del otro lado de la Acera (cuack). Durante las 2 cuadras consiguientes me atreví a observar a mi maestro y a la vez aprendiz, como muchos dicen. Intenté desviarlo de su rumbo con la mirada, pero nada. Al llegar a la gloriossa parada del glorioso 132, mire de reojo al teacher Acera y preferí esperar al próximo cientotrentai... ¿Cobardía, quizas miedo a una aburrida y larga conversación distate con un profesor de Literatura? no lo se, pero la próxima que vuelva a casa con Kaei, creo que me voy a someter a la aventura de viajar con MR Acera...
1 comentario:
Magnífica historia, ya me la habías contado, pero leerla le agregó un toque de distinción...
Saludos!
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