Hoy. Miércoles, 19 de Marzo de 2008.
Eran las tres de la tarde y salí de casa, para ir a encontrar con mis queridísimas amigas Kari, Flor y Jacky. Caminé dos cuadras hasta la parada del 41. Hacía calor, mucho. Pero me sentía bien, no excelente. 15 minutos y llegó el colectivo. Subí. – “Un peso por favor”.
Estaban todos los asientos ocupados, pero tampoco había tanta gente así que me paré al fondo hasta que tener un lugar, el viaje iba a ser largo. Pero cada vez había más gente. Cada vez hacía más calor. Cuando llegó a Plaza Miserere, más gente. Atravesó las calles multitudinarias del Once, no sé que pasó.
De repente estaba sentada en un asiento. Tres segundos más tarde estaba sentada en un negocio con aire acondicionado, me daban agua con azúcar, sal o no sé que me daban, líquido. Una mujer que me hablaba, pero yo no entendía nada.
Cuando volví a mí, sentí un golpe en la cabeza y recordé que el colectivo estaba repleto (de no ser así nadie iba a atajarme, hubiese sido peor), y la gente que gritaba, ¿por mí? Probablemente. Me caí encima de que se yo quiénes.
Volviendo al negocio, me prestaron el teléfono pero yo no entendía nada, nada de nada. Entonces me dijeron que me quedase ahí, hasta estar bien y que alguien me venga a buscar, sola no me podía ir me repetían todo el tiempo.
Claro, en realidad todo esto es normal, es decir, cualquiera puede desmayarse en un colectivo. Yo quiero hacer público esto para destacar la amabilidad de los muchachos del negocio y de la mujer que se bajó conmigo ahí en cualquier lado, me llevó al negocio, me atendió (creo que era médica o me dijo que trabajaba con dadores de sangre), no recuerdo bien. Me preguntó si quería llamar a alguien con su celular para avisar lo que pasó (porque yo no tengo), pero ni yo sabía ¿qué pasó? Me ofreció ir a comprarme algo para comer para que me suba la presión y me dio recomendaciones. Me hubiese gustado poder decir algo más que: -“Muchas gracias”. Pero apenas recuerdo ahora una parte de lo que me pasó. Estoy más convencida que hoy en día a pesar de toda la desconfianza que hay entre la gente desconocida, todavía se puede encontrar alguien que te ayude si tenés algún problema, cualquiera.
3 comentarios:
Evidentemente sos la novia de Dan (alta deducción) y tengo una "historia" similar (pero como observador).
El martes 18 iba a las 9 de la mañana por el subte, la queridísima línea A, mas precisamente. A la mañana es el peor momento para viajar en subte porque está lleno de gente y el calor humano en esos bagones es insoportable... pero por uno de esos milagros de la naturaleza (aun sin desayunar) a mi no me afecta. Pero siguiendo con la historia, me bajo en Perú (en donde casi todos se bajan) para hacer la combinación con la linea D y al pasar por el primer bagón veo que hay gente "ventilando" a una persona que estaba en el piso, inmediatamente el chofer paró el subte y fue a buscar a una ambulancia, médico o algo por el estilo. Finalmente, no supe como terminó todo porque estaba apurado para llegar a mi destino...
Por lo tanto, esta situación apoya tu reflexión del final.
Espero que estés mejor.
Saludos!
jaja, sí a dan se le ocurrió poner esto acá, no sé porqué.
Gracias y ojalá todos piensen lo mismo.
Lo puse porque me parece una buena reflexión y que nos da un toque de esperanza, creo.
Publicar un comentario